Cerca de tres semanas después del ataque la ONG norteamericana de derechos humanos, Human Rights Watch, presentó un informe que no dejaba lugar a dudas: trazando la trayectoria de los cohetes se pudo comprobar inequívocamente que los tres cohetes habían sido lanzados desde un solo lugar a una distancia de 9.6 kilómetros de Ghouta, zona donde se encuentra una guarnición del ejército sirio. El informe fue difundido ampliamente por los medio y recibió el respaldo del gobierno de EE.UU. El gobierno sirio había entonces cruzado la “línea roja” - ahora un ataque militar norteamericano de castigo era inminente. Sin embargo, se mostró que la teoría de Human Rights Watch no podía ser correcta, ya que el alcance de los cohetes usados era de un máximo de dos kilómetros. Entonces una nueva teoría fue propuesta, según la cual el lugar de lanzamiento estaba en una otra zona, distante de unos 2.5 kilómetros de Ghouta, una zona disputada pero donde el ejército sirio tenía más presencia. Otras evidencias apuntando al ejército sirio están relacionadas con el tipo de cohete y la composición química del gas tóxico. Finalmente se ha argumentado que aún si los rebeldes hubieron querido perpetrar el ataque contra su propia gente, no tenían la capacidad de producir la cantidad necesaria de gas tóxico. Los argumentos en favor y en contra son extremadamente técnicos y detallados y por lo tanto es difícil para nosotros que no somos técnicos de tener una opinión al respecto.
Ahí estamos básicamente todavía. La prensa establecida en su mayoría considera que el caso está cerrado. La culpabilidad del régimen sirio es obvia. Sin embargo, subsisten unas dudas preocupantes que nunca han sido despejadas, tomando en cuenta que el incidente por poco nos llevó a otra guerra internacional en el Oriente Medio.
Como yo lo veo, la duda mayor tiene que ver con la cuestión del motivo. Los romanos acostumbraron plantear la pregunta: ¿Cui bono (a quién beneficia)? La cuestión del motivo todavía es un elemento importante en los sistemas legales modernos. El motivo – o la falta de motivo – no constituye en sí una prueba. Pero sin motivo, los requerimientos en cuanta a pruebas son normalmente mucho más exigentes.
Y el motivo del ejército sirio para lanzar el ataque con armas químicas ha sido muy difícil de encontrar. Se ha propuesta dos posibles motivos:
El primero es que el ejército sirio se sintió acorralado y por lo tanto recurrió al uso de armas químicas como un último recurso. Pero desde la primavera de 2013 el ejército sirio había estado en la ofensiva. En mayo de 2013 tomaron la ciudad de Qusayr, una victoria ampliamente reconocida como un posible punto de inflexión en la guerra. El ejercito sirio no tenía por qué estar desesperado.
El segundo es que había una lucha de poder interno en el régimen sirio, y que una de las facciones consideraba que el uso de armas químicas de una manero u otra podía favorecerle. Nunca se han explicado los detalles de esta teoría, y si efectivamente ha habido una lucha seria de poder interna debe haberse disipado muy silenciosamente, ya que ahora – nueve meses más tarde – el régimen sirio parece bastante unido.
Ahora a los argumentos en contra. El ataque químico tuve lugar justo en el momento de la llegada de los inspectores de armas químicas de la ONU. ¿Cuál sería el motivo del régimen sirio de perpetrar un ataque químico en las narices de los inspectores de la ONU? El régimen sirio ha mostrado que puede ser despótico y brutal, pero hasta el momento no irracional.
Entonces, ¿será que los rebeldes tenían un motivo suficientemente fuerte como para atacar a su propia gente? La reacción de los rebeldes al ataque era inmediato, clamando por una intervención de EE.UU. y otros poderes para derrocar al gobierno. La reacción de Turquía y Arabia Saudita era la misma. El ataque vino en un momento muy oportuno, tomando en cuenta que los rebeldes estaban en la defensiva. Cuando Obama aceptó el acuerdo sobre la destrucción de las armas químicas de Siria, la frustración era enorme y la reacción era rabiosa. Evidentemente las armas químicas de Siria no eran su preocupación – en tal caso hubieron aplaudido el acuerdo. Su preocupación era que el ataque no desató una intervención militar de EE.UU.
Se ha especulado que Arabia Saudita podría estar detrás del ataque. Pero un artículo reciente del aclamado periodista norteamericana Seymor Hersch apunta en una otra dirección: a Turquía y su primer ministro Recep Tayyip Erdoğan. Muchos fueron sorprendidos cuando el presidente de EE.UU. Barack Obama de repente cambió de opinión y canceló el ataque militar a Siria. Una posible explicación es que sus propios asesores tenían duda sobre el origen del ataque. La historia da sentido – obviamente es difícil saber si efectivamente refleja la verdad.
Somos algunos que todavía nos acordamos del incidente del Golfo de Tonkin en 1964, que sirvió de pretexto para intensificar la guerra de Vietnam. De más reciente data tenemos por supuesto las infames alegaciones sobre las armas de destrucción masiva, usadas para justificar la desastrosa invasión a Iraq. Si se averigua que nos han tomado el pelo en el caso del ataque químico a Ghouta, no sería evidentemente la primera vez. Lo más deprimente es que no podemos esperar que la prensa establecida cuestione estas operaciones de “bandera falsa” – lo que hace es más bien echar más leña al fuego. En cuanto a Human Rights Watch, parece que ya tomaron partido en favor de los pirómanos.