Sin duda, todo el mundo ha
oído
hablar de las compras de armas que ha hecho el Presidente de
Venezuela, Hugo Chávez. Tanques y misiles tierra-aire de Rusia,
buques guardacostas de España, aviones de entrenamiento de
China,
sistemas de defensa aérea de Bielorrusia. EE.UU. ha expresado su
preocupación de que Venezuela esté provocando una carrera
armamentista en América del Sur. Las acciones de Venezuela
pueden
desestabilizar la región dicen. ¿En realidad? Los
países
latinoamericanos líderes en gastos militares son dos aliados
cercanos de EE.UU.: Colombia y Chile, que gastan casi tres veces lo
que gasta Venezuela.
Venezuela ha anunciado grandes compras
de equipamiento militar en los últimos años. Entre las
compras que
más ruido han hecho es la compra de aviones de caza rusos de
marca
Sukhoi para reemplazar la flota de aviones F-16 de origen
norteamericano, inservibles por que EE.UU. ha bloqueado la venta de
repuestos para ellos. Los aviones Sukhoi no eran aparentemente lo
que en primera instancia querían los venezolanos, pero los
EE.UU.
vetaron la compra de aviones de caza de Brasil (ya que incluyen
partes de origen norteamericano) y también un negocio con Israel
para modernizar los aviones F-16, ya algo anticuados. Hugo
Chávez,
que nunca pierde la oportunidad para lograr publicidad, anunció
en
2006 que estaba considerando vender estos F-16 inútiles a
Irán, causando alarma en Washington. Otra compra importante era
buques guardacostas de España, misiles tierra-aire y tanques de
Rusia, y aviones de entrenamiento de China. La mayor parte de las
compañías de producción de armamento occidentales
están
incapacitados de vender armas a Venezuela por un bloqueo impuesto por
EE.UU.
Parece que la Sra. Clinton y el
Departamento del Estado no han hecho bien sus tareas. En la
realidad, Venezuela está lejos de ser el líder en gastos
militares
en la región. Según el Instituto
de
Investigación
en
la
Paz
de
Estocholmo, SIPRI, considerado
una
autoridad del tema, Venezuela era en 2009 el número cinco en
Latinoamérica en gastos militares, y los gastos militares del
país
disminuyeron con 25% comparado con 2008, mientras que el gasto de la
mayor parte de los otros países aumentó.
Colombia, el vecino e íntimo aliado de los EE.UU., donde los EE.UU. tienen acceso a siete bases militares y tiene tropas desplegados, gasta casi tres veces lo que gasta Venezuela. Chile, con una población que es poco más de la mitad de Venezuela, gasta casi el doble de Venezuela.
Las cifras no cambian mucho cuando
contemplamos los gastos militares como porcentaje de la
Producción
Interna Bruta, PIB. Brasil desciende al cuarto lugar de la lista,
que ahora es encabezada por Colombia y Chile.
Todos los cuatro campeones de gastos militares son aliados de EE.UU. El brazo latinoamericano del “eje del mal” (Venezuela, Ecuador, Cuba y Bolivia) es insignificante en términos militares.
Diminuto Dinamarca, con una población de menos de una quinta parte de la de Venezuela, gasta el mismo porcentaje del PIB(1.3-1.4%), pero en dólares el presupuesto militar de Dinamarca supera el de Venezuela con 20%.
¿Tal vez es hora que la Sra. Clinton y sus colaboradores agarren una calculadora?
Muchos países en desarrollo están actualmente repensando sus doctrina de defensa, después de ver en Iraq la falta de utilidad de las armas convencionales frente a un ataque militar frontal de EE.UU. Muchos países han llegado a la conclusión que hay que optar por una “guerra asimétrica”, donde el objetivo no es intentar de ponerse a la par del agresor (mucho más grande), sino buscar como hacer un ataque lo más costoso posible para el agresor. De ahí probablemente la prioridad que dan los venezolanos a sistemas de defensa aéreos, particularmente los misiles tierra-aire super-móviles.
¿Pero para que los tanques y aviones caza que se mostraron tan vulnerables? La explicación parece ser que temen un ataque más convencional de Colombia dirigido a los campos petroleros, que popr mala suerte están muy cercanos a la frontera con Colombia. Y como es sabido, Venezuela tienen reservas petroleras que están entre los más grandes del mundo, lo que hace un ataque muy tentativo. Aunque Fidel Castro recientemente expresó que para él era muy poco probable que Colombia atacara – o se dejara usar para un ataque – contra Venezuela (“por que no están interesados, no pueden, no quieren, y saben que las consecuencias serían desastrosas”), otros no se sienten tan seguros.