Los medios se refieren generalmente a la reciente caída en los precios del petróleo como "la guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia". No es una descripción correcta. Hay dos factores fundamentales en juego. En primer lugar, a medida que las energías renovables se vuelven más y más baratas, el petróleo se vuelve cada vez más irrelevante, y todos los países con grandes depósitos de petróleo se esfuerzan por sacar lo que pueden del subsuelo antes de que sea demasiado tarde. En segundo lugar, el cartel petrolero OPEP+ ha fracasado, ya que los países que no participan en el cartel, a menudo llamados "parásitos", han aumentado su producción en tal medida que el cartel ya no es beneficioso para los participantes. Estos dos factores constituyen el tiro de gracia para la OPEP+ y el alto precio del petróleo: los buenos tiempos para la industria petrolera nunca volverán. La caída de la demanda debido a COVID-19 no es la causa, es solo un desencadenante.

Hay en el Medio Oriente muchos regímenes extraños. Una teocracia disfrazada de democracia que gobierna Irán, un golpista militar elegido como presidente en Egipto y sultanes y emires de todo tipo. A esto se agrega el más extraño de todos: la monarquía absoluta de la Dinastía Saud en Arabia Saudita. Una monarquía absoluta medieval, armada hasta los dientes con armas sofisticadas y hasta hace poco con dinero en abundancia. Es nuestro aliado más importante de la región, y lo apoyamos incondicionalmente, también cuando corta la cabeza de sus oponentes, corta las manos de los ladrones y decapita a mujeres acusadas de brujería. Es una monarquía absoluta y un anacronismo absoluto. ¿Qué tan duradero será?

Sábado, 10 Octubre 2015 21:47

Putin - el hombre que nos encanta odiar

Vladimir Putin se ha convertido en el Occidente en el símbolo de todo lo que no nos gusta. Él es agresivo, autoritario, brutal y poco fiable, y por colmo tiene ojos azules fríos que no reflejan sentimientos. El villano perfecto para una película de James Bond. Por desgracia, también es inteligente, competente y elocuente, y al contrario de su predecesor enclenque goza de buena salud, y hasta es medio deportista. La mayoría de los rusos tienden a pensar que es un mejor presidente que los que tenían antes. Pero nosotros estamos anhelando nuestro viejo, corrupto, incompetente y alcohólico Boris Yeltsin.